Todos tenemos un papel que jugar contra el virus del Zika

Si no hay mosquitos tampoco habrá virus del Zika. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha emitido una serie de recomendaciones que nos ayudan a prevenir que se formen criaderos de mosquitos en nuestro entorno. Un punto clave es evitar que se formen acumulaciones de agua estancada ya que en ella las hembras de mosquito depositan sus huevos después de haberse alimentado de nuestra sangre.

Infografía de la Organización Mundial de la Salud (OMS)

Infografía de la Organización Mundial de la Salud (OMS)

Según se ha indicado desde la dirección de la OMS el nivel de alarma ante el virus “es extremadamente alto” y se esperan entre tres y cuatro millones de casos de Zika, éste es un reto al que se enfrenta principalmente el continente americano. Los casos detectados en nuestro país, o los que puedan registrarse en un futuro, no suponen un riesgo para la población, no sólo porque la enfermedad, en general, no es grave, sino porque el Zika no se transmite persona a persona, y requiere de la picadura de un mosquito infectado por el virus para contagiar a alguien.

El virus del Zika se ha convertido en alarma sanitaria global y por eso es necesario tomar precauciones para evitar la propagación del mosquito transmisor, el Aedes aegypti, al tiempo que se lleva a cabo una gestión para reducir la población del mosquito tigre (Aedes albopictus), otro posible transmisor. La OMS recomienda un control profesional de los mosquitos para controlar eficazmente su población. También aconseja a la población en general que tome una serie de medidas a su alcance que pueden contribuir a disminuir la incidencia de un problema causado por los mosquitos, potenciales transmisores de enfermedades, que son estas:

– Evitar las acumulaciones de agua en el exterior de las viviendas por pequeñas que éstas sean (incluso en macetas, botellas, etc.).
– Mantener cubiertos herméticamente los depósitos de agua que sean para uso doméstico.
– Destapar aquellos desagües que tengan riesgo de mantener agua estancada.
– Evitar tener en el exterior de las viviendas cualquier tipo de envase susceptible de llenarse de agua en caso de lluvia.
– Eliminar cualquier tipo de recipiente que no sea de uso habitual y que acumule agua para evitar riesgos innecesarios (platos de macetas, etc.).
– Cambiar con frecuencia el agua de los bebederos de los animales.
– Mantener limpias las rejillas y canaletas y evitar que éstas acumulen agua.

Una hembra de este tipo de mosquito puede llegar a poner más de 400 huevos en toda su vida, que se desarrollarán a su vez de larva a mosquito entre 7 y 10 días, siendo la vida media de un mosquito de las especies Aedes de entre 4 a 6 semanas.

En España no existe el mosquito Aedes aegypti  que vive en climas tropicales y transmite cuatro enfermedades: la fiebre amarilla, el dengue, el chikungunya, y por último, el Zika. Sin embargo, en nuestro país sí vive, particularmente en la costa mediterránea, otro de la misma familia: el Aedes albopictus, más conocido como mosquito tigre que no es tan bueno como el Aedes aegypti  para transmitir el Zika, pero también es capaz de hacerlo como ya ha ocurrido en Europa con casos autóctonos de dengue y chikungunya. Y aunque se sabe que el Aedes albopictus puede transmitir el Zika, todavía no está bien estudiada su capacidad para transmitirlo, por lo que aún no se conoce si es un buen vehículo o no.
Expertos opinan que la transmisión del virus Zika en España es posible pero es poco probable  y para que ésta se produjese, deberían darse los siguientes supuestos: “que llegase un viajero infectado procedente de un país afectado, que le pique el mosquito, que éste haga todo el ciclo del virus, y que, finalmente, ése mosquito pique a otra persona y le transmita la enfermedad”.

Ésa sería la única posibilidad de que se produjera un caso autóctono de Zika en nuestro país. Otra vía la sexual o sanguínea, que se han documentado pero son un mecanismo de propagación poco frecuente del virus.

Las opiniones varían según los autores pero en cualquier caso conviene ser prudentes y no generar falsas alarmas pero en cualquier caso estar preparados y atentos a la evolución de los acontecimientos.